Caminando por la Calzada Romana de Cantabria

viernes, 27 de mayo de 2011


Cantabria tiene de todos: naturaleza, mar, nieves, montañas, castillos, iglesias medievales, bosques, gastronomía, folklore, de ahí que no sorprenda que su eslogan turístico sea “Cantabria Infinita”. Así que empecemos a conocer este lugar de la mejor manera que se puede hacer… caminando….

Y qué mejor que hacerlo por la increíble CALZADA ROMANA, que es uno de los mejores testimonios de la extensa red legada por la cultura latina a España. Recorreremos la parte mejor conservada de esta vía construida entre los años 29 a 19 antes de Cristo y que servía para unir la costa cántabra con las mesetas de Castilla. La aventura se inicia en el pequeño pueblo de Pesquera (621 msnm), desde donde descenderemos hasta llegar a Pie de Concha (325 msnsm), como ven hay un desnivel de 400 metros.


Desde el apeadero de la estación de trenes de Pesquera cruzamos los raíles y descendimos hasta el área de Interpretación que es un punto interesante para empezar ya que hay explicaciones sobre la historia de esta antigua vía y sobre la naturaleza que la rodea. Detrás de este lugar hay un camino en subida lleva hasta las afueras del pueblo y que pasa por una pequeña iglesia y un muy bien conservado cementerio.





Luego de pasar un puente que cruza sobre la autovía empezamos un ascenso no muy pronunciado hasta un “humilladero” al que se conoce como “Campo de las ánimas” y que servía como punto de recogimiento para los peregrinos que andaban por el Antiguo Camino de Santiago, que supuestamente cruzaba esta parte de España. Unos pasos más y se llega a la bien restaurada iglesia de SOMACONCHA (711 msnm) de mitad del XVI.  Es una cosa curiosa que en una villa deshabitada y donde todas las cosas están en estado ruinoso haya una iglesia que parece recién construida.  Somaconcha es la parte más alta de la ruta por lo que hay que darse un tiempo para apreciar las vistas que desde aquí se tienen: cerros muy grandes cuyas laderas están tapizadas de pinares y hayales y que parecen una infranqueable muralla detrás de la cual pareciera no existir nada. 






Empieza el descenso y llegamos hasta una portilla y empiezan a aparecer las primeras señales de aquello que habíamos venido a buscar: la Calzada Romana. Es justo aquí, entre los pueblos de Somoconcha y Pie de Concha, en que se encuentran sus 5 kilómetros mejor conservados los cuales fueron utilizados hasta el siglo XVIII en que se construyó el Camino Real de Reinosa que también recorrimos para regresar al punto de inicio de esta aventura (Pesquera) y que ameritará otra entrada.  




Mirando el SUMMUN DORSUM o superficie de la vía notamos cosas interesantes como que algunas piedras están ligeramente hundidas, como si hubiera pasado sobre ellas una cosa muy pesada: los romanos las pulieron para que facilitase la evacuación de las aguas. También pudimos ver unas canaletas largas que cruzaban todo el ancho de la calzada y que tenían la misma función. Fue una cosa muy especial andar por el lugar donde hacía 2000 años habían caminado las legiones romanas enviadas por el emperador Augusto para conquistar a los belicosos cántabros (el poeta latino Horacio diría de ellos "Cantabrum indoctum iuga ferre nostra" que podría entenderse como "los Cántabros que no saben vivir bajo nuestro yugo o dominio") en las conocidas “Guerras Cántabras”. El primer emperador romano estaba ávido de éxitos para legitimar su poder por lo que él mismo se movilizó a estas tierras para dirigir las operaciones y a través de la conquista del norte de Hispania culminar la obra que la posterioridad conocería como la “Pax Augusta”.





Llegamos a la pequeña aldea de Mediaconcha (528 msnm) la cual no haría gran diferencia con la anterior, Somaconcha, en el sentido en que también parece estar abandonada, de hecho a la entrada del pueblo se ven las ruinas de lo que fue una iglesia, de no ser porque sus casas están mejor conservadas y son más grandes y vistosas. La calzada romana divide al pueblo aunque a esta altura se oculta bajo tierra para emerger de nuevo, unos metros más abajo, a la altura de un abrevadero. Vimos algunas personas aparcando los coches a la salida del villorrio por lo que si no tienes muchas ganas de hacerte toda la vía caminando podrías llegar hasta este lugar en coche y caminar de subida un poco para apreciar parte de la  calzada.




Desde Mediaconcha la vía sigue descendiendo, paralelamente a un camino de tierra, entre bosques de árboles todavía pelados aunque no faltaba por ahí la tímida explosión de color de algunas rosas que traen ya la buena nueva de la primavera. Más adelante, y luego de pasar por el puente que cruza las vías del tren, se llega al tramo más enlodado y difícil del empedrado por lo que hay que subir a la ladera del cerro para continuar caminando por allí hasta que el terreno se seca y ya puedes volver a poner las botas en la calzada. 
 
Unos pocos minutos más de caminata y damos con una cabaña detrás de la cual hay una imperdible vista de los pueblos de Pie de Concha, Cobejo y Bárcena por lo que decidimos elegirlo como el sitio ideal para comer las bocatas. Con los estómagos ya sin rugir seguimos el descenso.  A estas alturas la vía romana aún está en perfecto estado hasta que desmejora a la altura de las primeras casas del poblado de PIE DE CONCHA, lo cual significa el final de la calzada. Habíamos caminado 6 de los 150,000 mil kilómetros que unían al Imperio Romano desde Escocia hasta Siria.





Mención aparte merece este pueblo de Pie de Concha pero ya será motivo de otra entrada. Es importante decir que si uno ya ha tenido suficiente de senderismo puede volver desde aquí a Santander pero si se quiere seguir caminando por la historia pues podría hacer lo que hicimos nosotros: regresar a Pesquera, donde iniciamos esta aventura, pero ya no por la calzada romana sino más bien por  otra vía, una que usaron los viajeros del reino de España desde el siglo XVIII hasta más o menos el XIX… el CAMINO REAL, hasta entonces.

Pablo

DATOS
  • El empedrado de la calzada se encuentra casi siempre resbaladizo aun en verano por lo que es mejor ir con botas de trek.
  • Hay muy buena señalización por lo que es imposible perderse.
  • Distancia: 6 kilómetros, solo de ida.
  • Tiempo empleado 3 horas a paso normal.
  • Dificultad media baja
  • De Santander a Pesquera hay 1 hora y  media de viaje en tren.
  • Posiblemente es mejor hacerlo en otoño para ver las distintas tonalidades de los bosques. 

Restos de la iglesia de Mediaconcha

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